Duerme, pequeño,
aún tienes tiempo,
duerme, te digo...
Se acercan
con los corazones repletos de larvas
las conciencias sucias,
podridas.
Entran a saco,
para esparcir los cuerpos,
para esparcir los huesos,
para esparcir la vida.
Es una noche sin piedad ni farolas,
una noche que no tiene prisa,
otra noche que no termina.
*
Duerme pequeño,
duerme, te digo,
con los ojos cerrados
y de luto vestido
creerán que estás muerto
y sólo a mí, pasarán a cuchillo.
Duerme, pequeño,
duerme, te exijo.
Hazte el eterno dormido.
No llora mi niño,
mi niño no llora.
No se empeña en el grito
el hambre ya ni le duele.
Ni lo siente.
*
No duerme mi niño chiquito,
los ojos, sin adioses ni canciones,
la boca sin saliva ni protesta
y sobre su cuerpo tibio
reptan gusanos sin cautela.
*
No llora, ni duerme
a duras penas respira
a duras penas es mi hijo
a duras penas es un niño.
*
Que la muerte recoja su tributo,
que le arranque el latido
que le desnuque la vida
que yo ya no aguanto más
ni sus cuencas vacías,
ni su lengua reseca.
Yo ya no aguanto más.
No duermas,
escucha mi canción.
Quédate conmigo
el tiempo es enemigo veloz.
No duermas,
respira,
no tosas,
respira,
es mejor morir de plomo que de sida,
es mejor morir primero,
abrirte el paso,
morir sin muertes prematuras.
No duermas,
no mueras,
nadie sabe qué te espera.
No duermas,
respira,
no tosas,
respira.
Nadie querrá cruzar tus dedos
cuando mueras.
No hay flores sobre tu tumba,
no hay ciervos heridos, ni cachorros perdidos,
ni mujeres,
ni niños.
Solo estás tú
y tu osamenta,
Solo tú
eyaculando calaveras.
No hay flores sobre tu tumba,
no hay plañideras,
no hay sacerdote,
no hay lápida.
Ni en el aire una brizna de lástima.
Sólo estás tú y tu horrible vida a cuestas,
sólo tú,
bestia entre las bestias,
sólo tú en las tinieblas,
solos tú y la tierra.
Tierra que supura por tenerte entre sus piernas.
La muerte miró despacio tu asfixia,
observó el cristal de tu saliva,
la sangre estancada en las venas,
las agujas atravesándote la vida.
Tocó las pústulas,
el cráneo,
la columna.
Olió el aliento,
el sudor,
la orina,
lamió lentamente
las manos esqueléticas,
la lengua acartonada,
los ojos ciegos
la piel azul y amarilla
Y acomodada en el hueco de tu pecho
nombró uno a uno en tu agonía
los muertos con tu firma.
Hombres preñados de violencia,
furtivos hombres con la voz hecha combate
que golpean con el puño la palabra.
Hombres que aúllan de placer
en noches criminales,
que desenvainan la furia desde que nacen.
Hombres que restan corazones,
ferruginosos hombres con puñales.
Hombres a medio parir,
hombres donde no cabe el Hombre.
Hombres así,
que mueren despeñados
mientras afuera siempre llueve
y nadie les reza
y nadie les recuerda.
II Antología del Movimiento Internacional de Escritoras "Los puños de la paloma"
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1 comentario:
Silvia: Poesía desgarradora, identificada con esa realidad que nos trastorna y toca a todos.
¿hay otra forma de plasmarla?, creo que no.
Te felicito.
Andrea
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